lunes, 25 de abril de 2016

Primera decepción...



El post de hoy es difícil de escribir, hago memoria recordando aquel día y se me hace un nudo en el estómago (Aroha), pero para que entendáis mejor el porqué de mis sentimientos, os pondré en antecedentes.

Durante una época de mi vida, fui una niña muy delgada que daba muchos, muchísimos, problemas para comer. A menudo estaba enferma sin motivo aparente y alguna que otra vez había llegado a marearme cogida de la mano de mi madre por la calle. Pero un día cambié, y toda esa delgadez quedó atrás, y no porqué empezara a comer mejor, eso lo he conseguido casi a los 30, sino porqué mi metabolismo cambió. Con los años me vi inmersa en el fantástico mundo de las dietas, creo que he probado tantas dietas distintas y conozco tan bien la teoría que podría montar un centro de dietética y nutrición, pero los resultados nunca fueron muy satisfactorios.

Un tiempo antes de emprender el camino hacia la maternidad, y siendo consciente que mi peso no era el adecuado para afrontar un embarazo, decidí “ponerme a dieta estricta” y acudir regularmente al gimnasio. Pero para mi sorpresa, los resultados eran casi inexistentes. Si alguien se ha visto en la misma situación, sabe lo desmoralizador que es pasarse todo el mes a “plancha y ensalada” (es sólo una expresión, mi dieta era más equilibrada) para perder 100 míseros gramos, y después,  comerme una rebanada de pan con jamón y engordar un quilo, y no, no soy una exagerada esto me pasaba de verdad y Gina es testigo de ello.

Viendo que los resultados eran nulos, para la sorpresa de mi médico de cabecera, decidimos hacer un estudio hormonal para ver si ese era el origen del problema y… BINGO!! La hormona tiroidea había estado haciendo de las suyas… Así que empezamos un tratamiento de pastillas y poco a poco las hormonas se fueron poniendo en su lugar, y aunque el tema peso seguía siendo lento, muy, muy lento, parecía que algo íbamos avanzando.

Antes de seguir explicando cómo fue la segunda visita a la clínica, me gustaría incidir en una pequeña reflexión, unas líneas más adelante entenderéis porqué la hago. Cuando una pareja o mujer soltera deciden pasar por un tratamiento de fertilidad, no lo hacen a lo loco, es decir, acostumbra a ser una decisión muy meditada y hablada. Normalmente, antes de iniciar el proceso, se han planteado cómo será el camino, hasta donde están dispuestos a llegar, sus inconvenientes, como harán las cosas y porqué… Aunque ya se sabe que a veces la vida quiere que las cosas salgan diferentes. 



Pues bien, muy ansiosas, como los niños la noche de reyes, nos dirigimos a nuestra segunda visita en Fecunmed, ésta ya para empezar con todo el proceso.  Después de esperar unos minutos nos hicieron pasar a una consulta donde nos atendió una ginecóloga, ME tomaron los datos (si, ignoraron completamente a Gina, como si no estuviera allí) preguntándome por antecedentes familiares, médicos y poco más; Me hicieron una ecografía, para hacer recuento ovárico (para quien no lo sepa consiste en hacerte una ecografía vaginal donde enfocando cada ovario cuentan la reserva folicular que hay, para así saber si te quedan muchos o pocos óvulos) durante la cual no dejaron acercarse a Gina y me explicaron todo el proceso a mi como si ella fuera invisible y hubiera ido yo sola. Por último, me midieron y me pesaron, y ahí surgió el problema.

La cara de la doctora cambió radicalmente y la presencia de Gina, que hasta el momento había sido ignorada, se hizo imprescindible para ella. Sin un ápice de tacto, empezó a decirnos que a las mujeres con sobrepeso estadísticamente les costaba más quedarse embarazadas y muy probablemente necesitaría más intentos (cosa que nosotras ya sabíamos pero que no nos importaba, ya que las estadísticas son eso, estadísticas) y ni corta ni perezosa se quedó mirando a Gina y le dijo:
-        ¿Por qué no te inseminas tú? Al estar delgadita es mucho mejor y da lo mismo, ¿no?

Nuestras caras en ese momento tuvieron que ser de escena de cómic. ¿Quién era esa mujer para decidir qué miembro de la pareja debía quedarse embarazada sin preguntarnos los motivos de nuestras decisiones? ¿Por qué era un problema necesitar más intentos si nosotras estábamos dispuestas a pasar por ellos y, sobretodo, a pagar por ellos? ¿Qué daba lo mismo? Sí, claro, para ella quizás si…

Le empezamos a dar explicaciones sobre porqué habíamos decidido que sería yo la primera en pasar por el tratamiento de fertilidad y ella, con cara de pocos amigos, nos dijo que si esa era nuestra decisión final volviéramos en un par de meses, después de perder 20 kilos.


Perdona? Veinte quilos? En dos meses? … Primero de todo que un médico te diga que pierdas veinte quilos en dos meses no creo que sea nada profesional, cuando es sabido por doquier que el peso hay que perderlo progresivamente para no sufrir el efecto rebote y hacerlo de una manera sana.  Segundo, en que peso pretendía que me quedara para entrar dentro de sus buenas estadísticas? Veinte quilos es una barbaridad!!! 

Y para culminar la visita, al darnos los papeles para hacer el tratamiento, nos plantaron unos formularios para una mujer sola. Nos dijeron que no tenían formularios para parejas homosexuales y que siempre usaban esos…

Os podéis imaginar cómo nos sentimos al salir de la visita. Yo cuando salimos de la consulta no podía ni hablar. Aguanté como pude y salimos por la puerta. Allí exploté y no pude para de llorar en mucho rato. Teníamos tantas expectativas en esa visita… las dos veíamos el momento de ser madres tan cerca… y de pronto, en menos de una hora todas nuestras energías y fuerzas se esfumaron. Después de la visita me quedé muy afectada, y de pronto, nuestro proyecto de ser madres se convirtió en un tema casi tabú. Tras pasar unos días, reflexionando sobre lo sucedido, nos dimos cuenta de porqué esta clínica tenía tan buenas estadísticas…

3 comentarios:

  1. Pues vaya especialistas no!!
    Comos muy bien sabeis yo tengo a mi peque graciad a este metodo y en ningun momento me pusieron ni una pega por mi peso, ni me hablaron de estadisticad ni nada parecido.
    Y todo y mi peso ( ya sabeis que no soy uns silfide) tuve mucha suerte y me wuede a la primera.
    Vaya incomprensivos!!!

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  2. Nosotras acabamos de ser mamis de una niña, la inseminacion la hicimos en la clínica CIRH, delante de la corachan (BCN), es una clínica pequeñita y el trato es súper bueno y familiar. Todo súper bien y fue al tercer intento. Suerte familia!

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  3. Hola Desi, muchas gracias por tu comentario. Si nos sigues creo k en breve te gustara mucho uno de nuestros post jeje ;)

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