El post de hoy no tiene nada
que ver con la maternidad y la crianza, pero creemos que es una pieza esencial
en nuestro gran puzle.
Como habéis podido leer en
nuestro post anterior, y si no os dejamos aquí el link, la visita a Fecunmed
nos dejó bastante hundidas y aunque habíamos pagado 120€ por la visita
anterior, no pensábamos volver a poner los pies en esa clínica.
Fueron pasando los días y a
pesar de seguir con nuestra vida sana de dieta y gym, el tema maternidad quedó
aparcado. Aunque seguían siendo tal las ansias por ser madres que empezamos a
evitar ver según qué programas en la televisión o coger en brazos los bebés de
compañeras y amigas, porqué al hacerlo nos dolía pensar que nosotras estábamos
lejos de conseguirlo.
Al poco tiempo surgió en
casa la idea de ampliar la familia de otra manera, en ningún caso pretendíamos
sustituir un bebé con una mascota, pero ambas hemos tenido siempre animales en
casa y nos hacía gracia tener perro. Eso sí, teníamos claro que no queríamos
comprarlo, sino adoptar.
Así que en nuestro tiempo
libre nos empezamos a dedicar a ojear páginas de protectoras a ver si aparecía
nuestra candidata perfecta. Una tarde de viernes quedamos con Margarita, la
madre de Gina, que colabora con la protectora de Sabadell, para que nos
enseñara los perros que había en ese momento en el refugio. Ninguno se adaptaba
a lo que estábamos buscando, pero justo cuando estábamos a punto de irnos,
apareció una voluntaria explicándonos que acababa de ir a recoger una perrita
que llevaba días abandonada en un parque. Qué casualidad, era justo lo que
andábamos buscando!! Una perrita joven y de tamaño pequeño!!
No sé si sabréis, que cuando
un animal entra en una protectora tiene que pasar un periodo de “cuarentena” en
el que no puede ser adoptado, por un lado, por si aparecen sus dueños y por
otro por si se le detectara algún problema/enfermedad.
Todo eran señales, porque la
cuarentena de dicha perrita acababa justo el día del cumpleaños de Gina, así
que nos apuntamos como posible familia adoptante y nos fuimos a casa a esperar
a que pasara el tiempo.
Pasamos el fin de semana
nerviosas y con ganas de que el tiempo avanzara para saber si esa perrita formaría
parte de nuestra familia o no. El lunes por la tarde Margarita nos llamó para
decirnos que la perrita había pasado un fin de semana muy malo, no había comido
nada y no paraba de temblar de miedo. A causa de esto, los responsables de la
protectora habían decidido que se la llevara una voluntaria a su casa, y por lo
tanto, la perrita ya no estaba en el refugio. En un primer instante nos dio
mucha pena, pero rápidamente añadió:
·
No está en la protectora porqué está aquí en
casa!!! Ya la podéis venir a buscar!!
Salimos corriendo de casa y súper
ilusionadas fuimos a buscar a la perrita. Tenemos que confesar que durante el
fin de semana habíamos estado pensando en la posibilidad de que finalmente la pudiéramos
adoptarla, así que ya habíamos pensado un nombre. La perrita se llamaría Yuki,
que significa nieve en japonés y como era blanquita... aunque con el tiempo
hemos visto que su color real es más bien el de la nieve cuando esta pisoteada
jeje.
Así que ese 14 de febrero,
(no nos dimos cuenta de la fecha hasta tiempo después), Yuki llegó a casa para
formar parte de nuestra familia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario